«¡Sanad a los enfermos!» (Mt 10,8). La Iglesia ha recibido esta tarea del Señor e intenta realizarla tanto mediante los cuidados médicos y asistenciales que proporciona a los enfermos, como por la oración de intercesión con la que los acompaña.
Santiago apóstol, en una carta que se recoge en las Sagradas Escrituras escribe: «¿Está enfermo alguno de vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, que oren sobre él y le unjan con óleo en el nombre del Señor. Y la oración de la fe salvará al enfermo, y el Señor hará que se levante, y si hubiera cometido pecados, le serán perdonados» (St 5,14-15).
La Tradición ha reconocido en este rito uno de los siete sacramentos de la Iglesia: la unción de los enfermos.
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